"Estoy embarazada." Frente a esta conmovedora certeza, todo parece ser un interrogante. No sólo están las grandes preguntas -"¿Seré una buena madre?", "¿Será varón o mujer?"-, sino también las dudas de la vida cotidiana. Entre estas últimas, ocupan un lugar importante las relacionadas con los hábitos de belleza y cuidado personal. Son pequeñas cuestiones que causan incertidumbre, sobre todo por la gran cantidad de mitos y versiones que generan, muchas veces contradictorios.
Tintura y permanentes
Ante la influencia de las hormonas del embarazo, el pelo puede reaccionar de las maneras más impredecibles. Un cabello fino y quebradizo puede ganar cuerpo y brillo… o al revés. La aparición de canas puede, indistintamente, avanzar o retroceder.
El miedo a las tinturas y permanentes durante el embarazo está asociado a la idea de que los productos químicos que las componen penetran por el cuero cabelludo, ingresan en el torrente sanguíneo y atraviesan la placenta, llegando al bebé. Esta explicación es real en el caso de las permanentes: aunque no hay evidencia de efectos en el bebé, todavía la comunidad médica no las considera ciento por ciento inocuas, con lo cual suelen sugerir evitarlas.
Con respecto a las tinturas, las opiniones de los médicos están divididas, aunque en general, inclusive aquellos que permiten que sus pacientes se tiñan, recomiendan evitar las tinturas que contengan compuestos químicos que puedan ser tóxicos, como las anilinas. Pero como los productos rara vez especifican su composición, generalmente los obstetras suelen recomendar a las mujeres embarazadas que no se tiñan el cabello, especialmente en el primer trimestre.
La opción son los productos temporales, hechos sobre la base de pigmentos naturales, que se depositan en la superficie del cabello y resisten entre 6 y 8 lavados.
Depilación
Durante el embarazo, se intensifica la circulación sanguínea para favorecer la alimentación del bebé a través de la placenta. Pero también se benefician de este alimento extra otras células del cuerpo, como las cutáneas.
A consecuencia de esto, se puede producir un aumento del crecimiento de las uñas o del cabello, pero también del vello corporal, que incluso puede aparecer en zonas del cuerpo en donde antes no estaba. El bozo, el mentón, los brazos, las piernas, la espalda y la panza pueden verse afectados.
Este vello excesivo generalmente desaparece unos seis meses después del parto. ¿Y mientras tanto? La depilación con cera es un sistema seguro, siempre que se respeten las medidas de higiene. Afeitarse también es una opción viable, aunque es importante recordar que este vello crecerá luego con más fuerza.
En cambio, no se recomiendan las cremas depilatorias o decolorantes porque pueden ser absorbidas por la piel y no se descarta que puedan afectar al bebé. La electrólisis y la eliminación por láser tampoco se consideran seguras, además de que pueden ser dolorosas e incómodas.
La exposición excesiva al sol, tan arraigada en nuestras costumbres, puede tener consecuencias muy graves para la salud. Durante el embarazo, deben tomarse las mismas precauciones que en cualquier otro momento: La radiación producida por la cama solar es aún más nociva que la del sol porque sólo irradia los rayos que producen el bronceado, por lo que su uso está contraindicado. Tintura, depilación, cama solar. Parecen cuestiones menores, pero no lo son. Cada una de estas dudas debe tener un lugar en la consulta con el ginecólogo o el obstetra, quien -basado en su criterio personal y en el conocimiento de su paciente- dará la respuesta más adecuada para la protección de la salud de la mamá y su bebé
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